Opinión: Entre la espada y la pared



Publicado: 27/06/2017 08:57 AM

El proceso constituyente avanza de manera inexorable. La aclaratoria del TSJ sobre los términos y alcance de la convocatoria realizada por el Presidente de la República, sumado a la ampliación de las bases comiciales para que sea el pueblo venezolano quien decida la aprobación o no del texto que emane de la Asamblea Nacional Constituyente; han cimentado un proceso que debe contar con la transparencia y pulcritud que en sucesivos procesos electorales ha mostrado el Poder Electoral.

La derrota internacional del Gobierno de Estados Unidos, en su avance contra la República Bolivariana de Venezuela, expresa la reducción de espacios para la oposición en el frente interno. Plagado de errores tácticos y con dificultades en el sostenimiento retórico de soluciones electorales, dado su último comunicado abiertamente insurreccional.

Es evidente, que la victoria de la diplomacia bolivariana no solo tiene como base la determinación de cada Estado de andar con paso propio y no “patoteramente” como alguna vez afirmó Néstor Kirchnerr, es decir sin aceptar tutelajes ni chantajes; sino además por las acciones violentas de un extremismo opositor fascista que se ha erigido e impuesto, casi secuestrado, a todo ese sector que de manera legítima, como en toda democracia, tiene el derecho de oponer al Gobierno Nacional y a la Revolución Bolivariana.

Todo ello incluso teniendo la derecha nacional e internacional el apoyo, en algunos casos bajo cuerda y en otro abiertamente, de todo un poderosísimo aparato mediático tradicional y por redes sociales, que de manera reiterada ha tratado de imponer al mundo post-verdades como aquella del ataque a la Plaza Verde con la cual invadieron Libia o las armas de destrucción masiva con las que metieron sus manos para arruinar a Irak.

La oposición interna ahora se encuentra con el problema de querer bloquear la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, con mecanismos que rayan en el peligro inminente de cometer el delito de impedir a los venezolanos participar en un proceso electoral democrático; cosa que los dejaría desnudos ante el sol de las miradas externas.

Todo ello mientras fabrican el expediente, de la mano de sus nuevos aliados y complotados, de llevar a la República Bolivariana Venezuela y a su gobierno ante el Tribunal de La Haya, como otrora los poderes imperiales lo hicieron con Slobodan Milosevic, destruyendo de paso a Yugoslavia como estado nacional. Guerra avisada no mata soldados.

Walter Ortiz

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