Robert luchó por su gente hasta el último momento



Publicado: 29/05/2015 03:57 PM

Verónica es una mujer a la que la vida no le ha tocado fácil, ella, junto a sus cinco hijos, vive en un apartamento de la Gran Misión Vivienda Venezuela en la Parroquia Caricuao, sector los Telares de los Palos Grandes. El hecho de que esa familia habite ahí podría considerarse como uno de los últimos logros, en vida, del luchador incansable Robert Serra.

Desde niña le tocó luchar prácticamente sola, ya que a los 8 años perdió a sus padres, no contaba con una vivienda y vivió gran parte de su vida en un carro.

Uno de sus pequeños sufrió una cortada en el rostro causada por el vidrio del vehículo que tenían como “hogar”.

Pero, un rayito de esperanza llegó a su vida cuando la Fundación Tres Raíces la consiguió en su situación de calle y la ubicó, junto a sus hijos, en un refugio de la parroquia 23 de Enero.

Allí nació su quinto hijo, Jeinert. El pequeño, hasta el primer mes de nacido estuvo sano, pero luego empezó a sufrir una afección pulmonar y hubo que hospitalizarlo.

“Mi hijo estaba mal”, contó, “y no se conseguía la terapia. Pasaban y pasaban las horas y yo le dije a mi esposo: Papi mi hijo se me muere yo sé que tengo cuatro, pero un hijo no reemplaza a otro”. Luego de un rato sonó el teléfono de Verónica y por el auricular se escuchó una voz que le preguntó: “¿Sabes quién habla?” Para su sorpresa esa voz era del diputado Robert Serra. Lo primero que pasó por su cabeza, en ese momento, fue pedirle que le salvara a su pequeño. Desde ese entonces Robert se convirtió en el ángel de la guarda del pequeño. A los días la fisura en el pulmón desapareció.

Su felicidad se empañó al enterarse que Robert había sido brutalmente asesinado. “Yo lo tomé como que el hizo un cruce con Dios, tú le das vida a él a cambio de mi vida”.

Antes de morir Serra había hecho las gestiones en la fundación para darle su casa a Jeinert. Y lo hizo, ya que la Jefatura de Gobierno del Distrito Capital asumió el compromiso; a los días recibió las llaves de su hogar.

Verónica sueña con poder agradecerle personalmente a Robert, ya que la vida de sus hijos y la de ella cambió para mejor, algo que nunca hubiese pasado con un gobierno de derecha.

Nuestro camarada Serra luchó por su gente hasta el último momento, Verónica y su hijo son muestra de que aunque no este físicamente, será inmortal en la memoria y el corazón de su pueblo revolucionario.

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