El derrocamiento del General Isaías Medina Angarita y la barbarie del Trienio Adeco (1945-1948)

Medina consignó el proyecto de la primera Ley de Hidrocarburos
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Publicado: 18/10/2023 02:12 PM

En 1942, el Gral. Isaías Medina Angarita expulsó de Venezuela al presidente de la Creole, Henry J. Linann, por sus groseras expresiones contra los avances de la política petrolera, y su intromisión en los asuntos internos de la nación.

Al momento de su expulsión, Mr. Linnan expresó: “Nosotros tenemos poder suficiente para tumbar a Medina”. En breve, el embajador de los EEUU, se encargó de reclutar a Rómulo Betancourt como agente proconsular, quien se encargaría de desestabilizar la gestión de Medina Angarita y organizar el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945.

El primer decreto que promulgó Betancourt como presidente de facto, luego de derrocado el Gral. Medina, fue aquel mediante el cual quedó “PROHIBIDO DEFENDER EL RÉGIMEN DEL GENERAL MEDINA” (Últimas Noticias, 28 de octubre de 1945). Así quedó abolida la libertad de expresión y prohibida la publicación de cualquier información o noticia desfavorable a los actores del golpe de Estado. Hablar bien o de manera neutral sobre el General Medina Angarita o desfavorablemente al gobierno de facto acarreó prisión de meses y hasta de años a decenas de ciudadanos. Por esta arbitraria disposición fueron clausurados varios periódicos.

Así, el diario El Tiempo fue allanado y dejado fuera de circulación, por resolución del gobernador de facto del Distrito Federal, Gonzalo Barrios (El Universal, 1º de noviembre 1945).

El legendario semanario humorístico El Morrocoy Azul también fue allanado y suprimido por el gobierno de facto. Esto se debió a los comentarios irónicos que publicó sobre los atropellos de la Junta de Gobierno. Fue clausurado por orden del ministro de Relaciones Interiores, Valmore Rodríguez. En él escribían: Miguel Otero Silva, Aquiles Nazoa, Manuel García Maldonado, Carlos Irazábal y el mismo golpista Andrés Eloy Blanco.

Cuando el 4 de mayo de 1945 El Heraldo publicó una carta de Arturo Uslar Pietri, desde el exilio, para rebatir las atrocidades antijurídicas cometidas en los juicios en ausencia, sin derecho a la defensa, con inversión de la carga de la prueba y confiscación de bienes, sin fundamento probatorio alguno. Por esto fueron puestos tras las rejas los periodistas Edmundo Suegart, Heraclio Narváez y Alfredo Boulton, quien pagó el remitido de Uslar.

Una suerte similar corrió el prestigioso diario AHORA, donde fue columnista el propio presidente de facto Betancourt, y en cuyas páginas se insertó, en 1936, aquel trascendental editorial titulado “Sembrar el Petróleo”. Análisis escrito por el joven Uslar Pietri, que ha servido de manifiesto político para dar rumbo a nuestro país.

Los horrores de la represión gomecista reaparecieron en el trienio adeco. Las cárceles del terror con sus celdas de tortura fueron instauradas de nuevo.

En el estado Aragua, fue acribillado por los cabilleros de AD el gobernador de esa entidad, Anibal Paradisi.

En Caracas, El Trocadero, antiguo local nocturno, fue convertido en campo de concentración donde fueron utilizados por primera vez en Venezuela los métodos de tortura con picana eléctrica aplicados a los genitales de los presos detenidos.

Ante el reclamo desesperado de los familiares de los torturados el congreso de facto designó una comisión investigadora, encabezada por los diputados fundadores de Unión Republicana Democrática (URD), Isaac Pardo y Elías Toro, quienes determinaron que sí hubo torturas.

Entre las víctimas en El Trocadero estuvieron: Feliciano Olivero, los hermanos Manuel Pelucarte y Ramón Pelucarte, y Ricardo Bustamante.

El sacerdote Bernardo Heredia y el dirigente de URD, Amílcar Gómez, tampoco se salvaron de la picana eléctrica.

Durante un contragolpe, efectuado en noviembre de 1946, el Padre Heredia fue primero encarcelado en la comandancia de policía y luego en Cárcel Pública de Valencia. Fue torturado y vejado salvajemente. La picana eléctrica le fue aplicada en los genitales. Continuamente le lanzaban excrementos en su celda. Una vez durante un “interrogatorio” uno de sus verdugos lo amenazó con su pistola para que delatara a sus compañeros y lo único que consiguió fue que el sacerdote le escupiera la cara y lo llamara “cobarde”.

Entre otros encarcelados estuvieron: Jóvito Villalba y Juan Manuel Domínguez. Los mismos métodos se aplicaron a simpatizantes del General Medina en los estados Táchira y Carabobo.

 

La impronta histórica del gobierno del General Isaías Medina Angarita

Isaías Medina Angarita presidió entre 1941-1945, el más genuino gobierno de amplitud  democrática que conoció en Venezuela.

El país transitó, durante 10 años, de una brutal dictadura, a un pacífico régimen democrático y constitucional. donde todas las libertades eran respetadas.

Desde la muerte de Juan Vicente Gómez, en 1935, hasta el último día de gobierno del Gral. Medina Angarita, no hubo un solo asesinato político.

La Rotunda, la más inhumana e infernal cárcel de Venezuela, conocida como “la última morada de los opositores a Gómez” fue demolida en 1936, cuando el Medina era ministro de Marina y Guerra de López Contreras.

No hubo en su gobierno presos políticos ni cárceles con tenebrosos calabozos para torturarlos. No hubo exiliados ni perseguidos por causa de filiación ideológica partidista.

Tanto URD, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) como Acción Democrática (AD), llegaron a compartir tribuna en gigantescos mítines populares encabezados por la oratoria entusiasta y bolivariana del General Medina Angarita.

En un gesto de amplitud, sin precedentes, todos los partidos políticos fueron legalizados y las opiniones de sus más destacados jóvenes (Betancourt, Caldera, Juan Bautista Fuenmayor y Villalba) eran consultadas en Miraflores para adelantar la convocatoria a elecciones presidenciales y generales para la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente que podría resultar en una Carta Magna acorde con las soberanas reivindicaciones sociales del Pueblo venezolano.

El 17 de diciembre de 1943, Medina organizó una gigantesca concentración popular en apoyo a su política petrolera, a la cual asistieron más de 50.000 personas en la Plaza de los Museos.

Esta concentración significó que el gomecismo estaba muerto y sepultado. Medina Angarita fue el primer presidente que dio la cara a todo al Pueblo para discutir públicamente temas tan neurálgicos como el oprobioso régimen de concesiones petroleras, el voto femenino, la reforma agraria, la convocatoria a una constituyente, la educación y la salud.

Acto seguido, el presidente Medina consignó el proyecto de la primera Ley de Hidrocarburos, la cual fue aprobada por el Congreso el 13 de marzo de 1943. Ésta obligó, desde entonces y hasta nuestros días, a las renuentes empresas transnacionales a refinar parte del crudo en Venezuela. Una histórica ley que se mantuvo vigente hasta 1976.

Por lo tanto, la expansión de la industria como los ingresos por ese concepto se incrementaron de 149 millones en 1944 a 276 millones en 1945, más los ingresos adicionales del impuesto sobre la renta a las compañías explotadoras de petróleo por 52 millones de bolívares.

Aún más, cuando el Gral. Medina visitó al presidente de EEUU, Franklin Delano Roosevelt le dijo directamente: “Es irritante para el Pueblo de Venezuela ver que gran cantidad de su producción petrolera se refine en sus narices, en islas que geográficamente complementan el territorio venezolano…”

Todavía, en 1998, la capacidad instalada de refinación de 1 millón 500 mil barriles diarios, y además procesados en nuestro país, se deben al empeño que puso el General Isaías Medina Angarita en la aprobación y cumplimiento de su Ley de Hidrocarburos. Los adecos no cambiaron ni un punto o coma de la misma en los tres años de barbarie (1945-1948) ni en 40 años de dictadura bipartidista (1958-1998).

El 4 de mayo de 1945 el presidente Medina presentó el proyecto de Reforma Constitucional que incluía, entre otros adelantos, la nueva Ley Electoral, la representación proporcional de las minorías, el sufragio universal directo y secreto, el derecho al voto de la mujer y la Reforma Agraria.

Por último, después del golpe del 18 de octubre, durante el trienio adeco se violaron todas las normas de convivencia y se saquearon todas las casas de los afectos al General Medina, de lo que se salvó la biblioteca de Uslar Pietri, gracias a que su vecino, Augusto Mijares, pequeño de estatura y de débil consistencia, enfrentó a las bandas cabilleras de AD.

ALEJANDRO CARRILLO

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