¡He derramado mi propia sangre!

"A 203 años vista de su innecesario fusilamiento es importante saber todo lo que tenemos hoy proviene de la Campaña de Guayana y del Triunfo de San Félix ejecutados magistralmente por Piar"
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Publicado: 16/10/2019 11:32 AM

A las cinco de la tarde, del 16 de octubre de 1817, tronaron los dieciséis rifles del pelotón de fusilamiento. Un minuto antes el Gral. Piar había ordenado con suma precisión y  en voz alta al pelotón:

 “Apunten bien al corazón, muchachos”

Acto seguido se desabrochó la guerrera para dejar al descubierto el corazón, que como una  diana debía ser perforado por  balazos disparados por sus propios soldados. Sabía que debía tomar el amargo trago de  la cicuta para dar ejemplo de apego a la ley,  integridad revolucionaria y lealtad a la patria.

Cuasi invicto murió bajo el fuego de su propia tropa, a causa de una Corte Marcial, cuyo veredicto, meramente subjetivo, cargado de falsos testimonios e infamias, aún hoy permanece inexplicable, carente  de fundamento jurídico, así como de  lógica y ética militar.

Fueron sus compañeros de armas quienes lo llevaron a juicio y sembraron una sombra  que aún enluta las gloriosas páginas de aquel extraordinario año de la liberación de Guayana, 1817.

En ese breve periplo solar  Carlos Manuel Piar gana 12 batallas consecutivas. Toma posesión de las ricas misiones del Caroní y aporta a la causa revolucionaria 200.000 cabezas de ganado vacuno, 80.000 mulas, 50.000 animales de cría entre cabras, cochinos, burros y aves de corral.  Gracias a su legado se abren las puertas del Orinoco, se derrotan las tropas realistas en una docena de oportunidades y más de 500.000 kilómetros cuadrados de territorio realista pasan a manos del Ejército Libertador. También un equivalente a 500.000 pesos oro contantes y sonantes quedan en la caja de caudales patriotas (téngase en cuenta que el circulante de toda Capitanía General de Venezuela en ese entonces era de 4.000.000  pesos oro).

Sin la meteórica actuación de Piar y la contundente victoria en la Batalla de San Félix no se hubiese podido efectuar el Congreso de Angostura,  ni  liberar a la Nueva Granada e independizar a Venezuela, menos aún hablar del gran proyecto continental  de la Gran Colombia.

La Batalla de San Félix fue determinante para la independencia. Esta victoria integra de  Piar puso al granero de Venezuela a los pies de la revolución republicana. Todo lo demás son teorías conspirativas, historias trilladas,  conjeturas y especulaciones el sobre  origen de Piar  y las causas de muerte,   que no vienen al caso examinar.

En esos momentos Manuel Carlos Piar se había  opuesto vehementemente al fusilamiento de los 22 frailes catalanes, envió 4.000 cartuchos y municiones a Páez,  contravino la estrategia de Bolívar de dispersar fuerzas en la toma de Caracas, se distanció de las intrigas de palacio (que hace que todo ande despacio), y tomo decisiones militares diametralmente opuestas a las ordenadas por encumbrados generales que no habían ganado ni una solo batalla importante.

A 203 años vista de su innecesario fusilamiento es importante saber todo lo que tenemos hoy proviene de la Campaña de Guayana y del Triunfo de San Félix ejecutados magistralmente por Piar.

Con razón Bolívar, al oír la descarga y percibir el olor a pólvora,  cayó sentado con todo el peso de su cuerpo sobre una silla y exclamó:

He derramado mi propia sangre.”

Terminado el acto de fusilamiento, cubierto por la sombra de la noche, un oficial de alto rango acudió al túmulo de tierra donde yacía recién enterrado el General Piar. Era José Antonio Anzoátegui cuyo hijo mayor era ahijado del héroe fusilado. Fue a llevarle una ofrenda póstuma, a rendirle su respeto, a susurrar una oración para su compadre, un acto privado de honor militar y desagravio personal.

Dos años después el Gral. Anzoátegui, en circunstancias extrañas, murió envenado, en Pamplona – Colombia, víctima de una  intriga palaciega similar.

¡Honor y Gloria Eterna al General en Jefe Manuel Carlos Piar Libertador de Guayana!

¡Leales siempre! ¡Traidores nunca!

ALEJANDRO CARRILLO

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