Magnicidio, Política y Petróleo: Carlos Delgado Chalbaud

"En el magnicidio contra Delgado Chalbaud existen varios personajes, servicios secretos y organizaciones subterráneas que obraron a favor de las transnacionales petroleras"
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Publicado: 13/11/2019 06:30 AM

Los entornos del poder: Los magnicidios consumados o en grado de tentativa así como la eliminación sistemática de altos personajes de la vida pública nacional han sido una constante en los anales de la historia venezolana.

Los tiburones camuflajeados, esos que  se mimetizan adentro en Palacio, en salones ministeriales y centros de poder, forman parte de los círculos inmediatos de sus presas. Abundan episodios de  personajes infiltrados, estratégicamente ubicados,  a la espera de consumar asesinatos políticos. Posteriormente caen, con más pena que gloria, en el vacío oscuro de las páginas de sucesos criminales.

Joseph Fouché, el perfecto felón, la inteligencia tenebrosa de Francia, maestro de la traición, experto en venenos, ducho en  puñaladas traperas, asesino de siete suelas y medallista de la garrocha olímpica brinca talanqueras, siempre ha tenido sus corresponsales  en Venezuela.

En el magnicidio  contra  Delgado Chalbaud existen varios personajes, servicios secretos y organizaciones subterráneas  que obraron a favor de las transnacionales petroleras. Hasta el último momento hicieron ver como si se tratará de un asalto revanchista, cuyo móvil era un pase de factura a título personal, ejecutado por rabiosos anticomunistas: Antonio Aranguren Leboff agente petrolero - Rafael Simón Urbina – matón sanguinario movido por  sus oídos personales, Franco Quijano, ideólogo cultor de las más sofisticadas expresiones de la ultraderecha fascista colombo-venezolana, y el Aparato Especial de Acción Democrática que desde la clandestinidad ya había sentenciado a muerte al jefe de gobierno. 

De haber existido en ese entonces el polígrafo,  o detectores de mentiras, las declaraciones  hubieran hecho estallar los  medidores por las inverosímiles versiones contenidas en él expediente. 

-      Rafael Simón Urbina: Conocía a los Delgado Chalbaud padre e hijo,  veterano factor de la ultraderecha. Dirigió la masacre y fue inicialmente herido por uno de sus subordinados, durante el secuestro de Delgado Chalbaud.  Desangrándose se refugió  con su familia en la embajada de Nicaragua. De esa sede diplomática, lugar por demás seguro, pasó a dar tumbos hasta terminar detenido, ajusticiado y su cuerpo abandonado en el Hospital Vargas.

-       Aranguren Leboff: desde su lujosa suite del Hotel Lutecia en París, siempre ambicionó ser presidente de Venezuela. Fue titular de la primera gran concesión petrolera otorgada por el Estado venezolano en 1908. Luego de  venderla a la Royal Dutch Shell, se convirtió en el hombre más rico del país y agente de las siete hermanas. Fue un operador  al servicio de las petroleras y dedicó toda su vida a la maquinación de atentados, conspiraciones y desembarcos contra gobiernos de su propio país, los cuales sufragó de su propio pecunio.

-       El Aparato Especial de Acción Democrática, brazo armado del CEN ya había preparado meses antes, en  marzo de 1950, un atentado para eliminar en pleno a los tres miembros de la Junta Militar.  El plan se ejecutaría durante un acto de inauguración de la entonces nueva carretera de El Valle, hoy avenida Nueva Granada en las inmediaciones de La Bandera. Leonardo Ruiz Pineda  se apersonó e impidió  el magnicidio, que era dirigido por Carlos Behrens, Alberto Carnevali y Octavio Lepage.

Leonardo y Delgado Chalbaud ya habían acordado, en reuniones secretas, la realización de elecciones directas, libres y democráticas, alguno de los dos sería electo presidente. Ambos profesaban una profunda vocación  patriótica y  anti imperialista. Ninguno de los dos eran bien vistos por los betancuristas, amantes del terror, ni por la CIA, ambos fueron eliminados.

En el curso del programa dominical  Aló Presidente Nº 367, Hugo Chávez, el máximo líder de la Revolución Bolivariana, analizó el magnicidio del Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud.  En base a sus lecturas recomendó ampliamente un libro que le fuese regalado por el Dr. José Vicente Rangel, titulado “Sumario” cuyo autor es el arquitecto Federico Vegas.

 “Sumario” es una obra  estructurada por  Federico Vegas Pérez a partir de un legajo voluminoso de documentos que obtuvo en “La Gran Pulpería del Libro” de manos de nuestro entrañable librero Rafael Ramón Castellanos.  Vegas Pérez, con su agudo ojo de arquitecto, imprime una versión tridimensional (novelada) del expediente que sustanció el tribunal de la causa, con el factor coadyuvante del conocimiento que tiene de hechos reales de la vida íntima del malogrado mandatario.

Es un libro colmado de detalles que hay saberlo leer entre líneas, allí sobresale el exacto conocimiento de lugares, personas y familias pertenecientes a las altas esferas de una Caracas  en expansión, que era objeto de una intensa transformación social y urbana.

La anécdota del clarividente Fassman, quien en una reunión social cayó tendido al suelo porque vio el magnicidio días antes de que ocurriera, nos recuerda al ciego clarividente que  previno a Julio César de su inminente  destino.

En ambos casos, tanto en la antigua Roma del 15 de marzo del año 44 antes de Cristo,  como en la Caracas del  13 de noviembre de 1950,    los Jefes de Estado desoyen los malos augurios. Confiados van a sus trabajos, no toman precauciones,  y acuden hacia la muerte sin darse cuenta que se les avecina, pese a que son advertidos.  

Más allá de la novela, fuera del guion  fabulado, Delgado Chalbaud fue objeto de un Golpe de Estado, puro y simple. La verdadera historia comienza a dilucidarse, deja de ser una leyenda, gracias a la magnitud del daño, el viraje histórico que ocasionó y  al borrón y cuenta nueva del que ha sido objeto su presencia en la escenario político nacional.

Se ha querido convertir su vida, obra y prematura muerte en un enigma envuelto dentro de un gran misterio.  Su puesto en la historia contemporánea ha querido ser anulado y borrado por aquellos que han querido erigirse en pontífices de la Historia de Venezuela, seguidores de Rómulo Betancourt, quien fue el más  eficiente Pro Cónsul de E.E.U.U., Rockefeller y las transnacionales petroleras.

Fracasado el Plan “A” del Aparato Especial de AD en La Bandera, tomó el relevo el multimillonario Aranguren Leboff, Rafael Simón Urbina y 21 matones reclutados en la Sierra de Coro y Caracas.  

Dos meses demoraron en diseñar y ejecutar el golpe, compraron armas, sobornaron parte del personal doméstico de la residencia presidencial que trabajaba en la Quinta “Lois” en Chapellín. Estos suministraron números telefónicos, horarios y pasos de la víctima. Para ventaja de los asesinos el Presidente Delgado Chalbaud no estimaba necesario reforzar su caravana y cuerpo de seguridad.

El joven comandante era considerado por sus asesinos como un “Militar Rojo” culto, poliglota, casado con Lucia Levine de origen rumano, cofundadora del partido comunista francés, heredero de una inconclusa misión que le dejo su padre, el audaz y valiente héroe de “El Falke”, Román Delgado Chalbaud.

Siempre hay en medio del absurdo, los felones y la sangre inocente derramada, alguien que borra todas las mezquindades y miserias de la  barbarie fscista. En este caso hay que rendir honor a la lealtad del Teniente Carlos Bacalao Lara, edecán incondicional, quien sirvió de chaleco anti balas para tratar de evitar la inevitable muerte del Comandante Delgado Chalbaud.  La nobleza de su espíritu  y   su lealtad a prueba de toda duda nos inspira valor y  confianza en nuestra integridad bolivariana.

¡Leales siempre! ¡Traidores nunca! ¡Venceremos!

ALEJANDRO CARRILLO

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