Malaverismos: La soledad de Ramos Allup

Ramos Allup apagó el celular y no sabía qué hacer
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Publicado: 28/06/2020 07:23 AM

Abandonado, solo, triste y final, Henry Ramos Allup llama a sus amigos y nadie le atiende, y dicen que hasta su perro Chicharrón, lo abandonó.

En el amplio salón de la quinta La Sigatoka Negra, el diputado William Dávila estaba leyendo el folleto: El pensamiento vivo de Bernabé Gutiérrez y las elecciones parlamentarias. Con la mirada fija en el texto, como queriendo aprenderse de memoria todas las frases que estaba leyendo, el diputado escuchó una voz que lo llamaba.

-Señor, diputado. Señor, diputado.

El diputado levantó los ojos del texto y dijo:

-Dígame, Señora Críspula, ¿qué pasa?

-Lo está llamando mi exjefe. El señor Ramos Allup.

La señora Críspula Salazar era la que antes trabajaba en la quinta La Pipa de Guatire, de Ramos Allup, pero viendo la crisis que su jefe estaba viviendo y la oferta que le presentó William Dávila, decidió abandonar la casa de Ramos Allup y ahora trabaja en la quinta La Sigatoka Negra.

-Me ha llamado como veinte veces al celular – dijo el diputado- y  no le he contestado, y ahora me llama al teléfono fijo. Es una verdadera ladilla, y me perdona señora Críspula.

- ¿Y qué le digo? –pregunto Críspula.

- ¿Qué le dijo usted?

- Que iba a ver por toda la casa para ver si usted estaba.

- Dígale que no me encontró. Mejor dígale que salí con Bernabé Gutiérrez, para que le dé una vaina.

La señora Críspula le dijo a su jefe anterior que el diputado Dávila no estaba, y colgó el teléfono de disco de Cantv que todavía el diputado conserva como un regalo de Gonzalo Barrios.

Mientras tanto, en la Sala Rómulo Betancourt, de la Quinta La pipa de Guatire, Ramos Allup viendo la fotografía gigante de su líder Rómulo, decía:

-Esto me pasa por pendejo. Ahora nadie quiere hablar conmigo. Estoy pagando estos veinte años como secretario general del partido, es verdad que no hice elecciones, pero cuando yo llegué a la casa del partido ahí no había nadie, debían el agua y la luz y el alquiler, y yo tuve que pagar todo eso, y alquilarle parte de la casa a unos peruanos para ver si con eso conseguíamos unos reales.

Fue a la biblioteca y buscó los originales de Venezuela, Política y Petróleo y los vio con admiración. Tocó la armadura Toc. Toc. Toc, "para ver si vuelve la buena suerte” dijo. Y tomó asiento en su escritorio.

-Voy a llamar a Zambranito, de repente me atiende. Ojala que se haya olvidado de que nunca lo visité cuando lo metieron preso por golpista.- se dijo y marcó el número de Edgard Zambrano.

Y en la sala Johnny Walker, de la quinta Blanca, Edgard Zambrano leía el libro en español de John Bolton: La habitación donde ocurrió, y sintió que su teléfono estaba repicando. El hombre vio el nombre de Ramos Allup en el teléfono y se dijo:

-No, amigo, ahora vas a saber lo que es la soledad.

El hombre siguió leyendo a John Bolton y dejó que el celular repicara y repicara. Hasta que dejó de repicar.

En su biblioteca, Ramos Allup apagó el celular y no sabía qué hacer.

-Ayer fue el día del periodista y ninguno me llamó para darle una entrevista. Ni siquiera los tarifados que nosotros tenemos. Tampoco sacamos el aviso que el partido siempre saca para felicitarlos. –así decía el hombre en su laberinto.

Mientras veía la falsa armadura que le vendieron como verdadera en Toledo, España, Ramos Allup estaba a punto de llorar. Sacó su blanco pañuelo con sus iniciales y estaba listo para secarse las lágrimas, cuando escuchó los gritos de su señora esposa que venía desde el jardín gritando:

-Mi motorcito. Mi motorcito.

Ramos Allup se puso de pie y salió en busca de su esposa, y cuando la vio llegar  le preguntó.

- ¿Qué pasa mi primera combatiente?

- Que Chicharon desapareció. No está por ninguna parte.

Y fue allí cuando el diputado Ramos Allup comprendió que ya había quedado solo para siempre. Viendo a su esposa le dijo:

-No me digas que mi viejo perro Chicharon también me abandonó.



ROBERTO MALAVER

@robertomalaver

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