Schémel: La Casa Blanca insiste en la estrategia del derrocamiento

Oscar Schémel Chruszcz, constituyente, sociólogo y empresario venezolano
Foto: Internet

Publicado: 08/08/2019 02:54 PM

La escalada de agresiones contra Venezuela por parte de la Casa Blanca se acentúa, mediante una nueva orden ejecutiva del presidente Donald Trump que impone un embargo económico total contra nuestro país y congela todos los activos del Estado venezolano en Estados Unidos.
Pero además prohíbe la realización de transacciones, operaciones comerciales o negocios con Venezuela, ya no sólo a las empresas norteamericanas, sino ahora también a cualquier empresa extranjera o países proveedores, relacionados con Estados Unidos, a riesgo de aplicarles sanciones unilaterales.

Días atrás, la Casa Blanca tomó medidas para romper la cadena internacional de suministros de alimentos para los CLAP. Ahora quedaría afectado igualmente el suministro de medicinas, equipos y repuestos para servicios públicos como la electricidad, el agua, el transporte y la salud, y cualquier otros bienes esenciales.
Todas estas agresiones constituyen una violación masiva de los derechos humanos de los venezolanos y violan los principios del derecho internacional que establecen claramente la prohibición de cualquier Estado de interferir en los asuntos internos de otros países, quebrantar su soberanía o promulgar leyes con efectos extraterritoriales.
  
En paralelo, el asesor de seguridad Nacional norteamericano, John Bolton, afirmó que la paciencia de Estados Unidos se había agotado y reiteró que “se acabó el tiempo para el diálogo”, mientras que el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, recordó que no se descarta la opción militar.

En definitiva, se trata de desencadenar una crisis humanitaria, sembrar neurosis en la sociedad, romper la alianza cívico-militar, provocar el derrocamiento del Presidente Maduro y el desalojo del chavismo en cualquier espacio de poder, empujar una guerra civil y destruir el Estado Nación.

Como hemos afirmado durante los análisis anteriores, el Diálogo está amenazado.
Además del bloqueo económico total, estas medidas pretenden imponer nuevamente la agenda insurreccional, reencauzar la participación de la oposición extremista en la mesa de negociaciones y sabotear finalmente el actual proceso de diálogo. 

El Diálogo se convierte en una fachada obligada mientras se reajusta la estrategia del derrocamiento y se preparan acciones encubiertas, operaciones paramilitares, conflictos fronterizos y más violencia subversiva, que cabalgan sobre el endurecimiento del bloqueo.

Los tiempos se aceleran y la Casa Blanca se plantea el cambio del gobierno venezolano antes de la culminación del período legislativo del diputado Juan Guaidó.
Embargos y bloqueos similares han sido aplicados unilateralmente por Estados Unidos a Corea del Norte, Irán, Siria y Cuba, sin que hayan logrado el objetivo del derrocamiento de sus gobiernos.

Aunque el enfoque del Plan sea fundamentalmente de “cerco y asfixia”, la evaluación de su ejecución sigue, como tantas veces, subestimando la fuerza social, simbólica y política del chavismo, la considerable y cohesionada base social de apoyo que todavía mantiene hoy la Revolución, su inmensa capacidad de respuesta social y militante para enfrentar una eventual intervención, la conciencia bolivariana de las Fuerzas Armadas, entre otras significativas fortalezas, frente a una oposición que sigue desconectada dramáticamente de las expectativas populares, que está muy lejos de convertirse en una alternativa o de garantizar condiciones mínimas de gobernabilidad y estabilidad, por lo que le resultará muy cuesta arriba imponer una  restauración conservadora o neoliberal en el país.

OSCAR SCHÉMEL

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