Opinión: Profesional chavista es bruto



Publicado: 26/04/2017 02:16 PM

  1. Andando en la vía

Iba en el bus de regreso a mi hogar, y como todo los días, las discusiones políticas no se hicieron esperar. Una de las conversas era sobre los niveles de corrupción de este “régimen” y el alto costo de la vida en el país, razones de peso para la migración de los profesionales venezolanos.

Esta conversación era entre cuatro: un matrimonio joven, una madre y su hija veinteañera. La mujer de la pareja habló sobre el profesional venezolano. Según esta persona –y es una frase que recoge la forma de pensar de parte importante de la población - profesional chavista es “bruto”. Y mientras más estudiado sea, si apoya al gobierno chavista, “más bruto” es. Nuestras contradicciones culturales no son algo nuevo. Vienen desde el mismo momento que el imperio español pisó tierras venezolanas. Según Briceño Guerrero (1994) todo el sistema de prejuicios (estructura cultural) de las personas está determinada por la época en que nace y se desarrolla. En este sentido, surge mi primera pregunta reflexiva: ¿Cada venezolano tiene claro a qué época pertenece?

Nuestra existencia venezolana está comprometida con mitos y ritos europeos (españoles) en su mayoría, sólo que en la actualidad, debemos luchar contra la transferencia cultural derivada del intercambio económico del nuevo orden mundial. Los imperios dominantes no son los mismos del siglo XVIII. Eso me lleva a mi segunda pregunta reflexiva: ¿Cuál es nuestra identidad?

2. Hacia una definición de profesional

Mientras reflexionamos sobre nuestra identidad, usaremos para definir profesional la regente del idioma español. Según la RAE, un profesional es:

  1. Perteneciente o relativo a la profesión.
  2. Dicho de una persona: Que ejerce una profesión. U. t. c. s.
  3. Dicho de una persona: Que practica habitualmente una actividad, incluso delictiva, de la cual vive. Es un relojero profesional. U. t. c. s. Es un profesional del sablazo.
  4. Dicho de una persona: Que ejerce su profesión con capacidad y aplicación relevantes. U. t. c. s.
  5. Hecho por profesionales y no por aficionados. Fútbol profesional.

Estas definiciones no distan mucho de la concepción cultural venezolana. Un profesional es quien ejerce una profesión, el cual puede ser un empleo específico o una acción donde se requiere de conocimientos formales y/o especializados. Para convertirse en profesional, una persona debe cursar estudios y contar con un certificado o título que avale los conocimientos adquiridos. Sin embargo, en Venezuela, el profesional tendrá mayor o menor “calidad” dependiendo del prestigio que tenga la institución universitaria. Si los estudios fueron realizados en la UCV, el “estatus” es mayor. Si se estudió en la UBV, el “estatus” será menor, aunque el pensum académico, el diseño curricular y los profesores son los mismos en ambas universidades. De hecho en la UBV el perfil del egresado está más actualizado y mejor a adaptado a la realidad venezolana que el de la UCV.

Esto tiene que ver con un trabajo minucioso, sistemático y sostenido en el tiempo que viene haciendo el marketing político de la oposición sobre todo lo que huele a chavistas. El uso del marketing político está relacionado con el poder de los medios de comunicación y el uso de la tecnología (Castells, 1999) pues influye y llega a condicionar la opinión pública. Esto, unido a las expectativas de clase inoculadas a los estudiantes durante su período de formación, confluye en urgencia de satisfacer necesidades sociales, relacionadas mayormente con el estatus. En otras palabras, si eres profesional y apoyas al gobierno, debe ser por razones turbias. O estás ganando la “bola de plata”, o estás “enchufado” con beneficios alucinantes o debes tener “algún chanchullo por ahí”. No hay lógica racional que explique los motivos que lleven a un profesional “que se respete” - con especializaciones, maestrías y hasta doctorado- a apoyar al Gobierno Nacional.

Esta contradicción creada en la comunicación política, también está presente en otros contextos. Por ejemplo, si vives en el este de la capital o en algún espacio “bien” (con infraestructura y servicios de urbanización) resulta impensable simpatizar con este gobierno pues eso no es propio de “gente decente”. El gobierno bolivariano está conformado por “brutos”, “marginales”, “ignorantes”, “conformistas”, ”flojos”, “chusmas”, “mal olientes”, “tierrúos” y “choros”, agrupados todos en organizaciones “delictivas” conocidas como “colectivos”.

Según esta lógica cultural, el estudio te da herramientas para salir o estar por encima de esa “pestilencia política” llamada chavismo. Tener una profesión en Venezuela te da herramientas para ser una persona “superior”. Sin embargo, la realidad es otra. Tener una profesión universitaria no te garantiza el emprendimiento. Por el contrario, la universidad tradicional te condiciona y te programa para ser siempre un empleado. De las universidades venezolanas más prestigiosas (UCV, ULA, LUZ, UCAB) ¿Cuántos graduandos y graduados llevan bajo el birrete proyectos personales que les permitirán independencia y éxito económico? Contados con los dedos de una mano (y sobran dedos).

La educación venezolana reproduce desde las primeras etapas la lógica del capital. Esto constituye una gran debilidad para nuestro país, pues emprendemos un proyecto socialista de la mano de un líder excepcional como lo fue el Comandante Chávez pero sin entender realmente sus fundamentos. Podemos, definirlo a través de lo aprendido en el discurso diario pero aún no se cuenta en educación básica con un texto obligatorio de teorías sociales como si lo hay de religión (católica pues no enseñan otras) y de historia (visión sociopolítica). Además de esto, ¿Quiénes son las maestras y maestros, profesoras y profesores? ¿Bajo qué ideología fueron formadas y formados? ¿Son acaso, como en otros países, seleccionados entre los mejores y más respetables ciudadanos de la población por su excelencia académica e intachable moralidad? ¿Estudiar educación es la primera opción de la juventud? ¿Pueden competir nuestros programas educativos para básica y secundaria con productoras imperialistas como Disney, Pixar, Dreamworks y los canales de TV especializados en entretenimiento- e ideologización- que todos los días nuestros muchachos ven al salir de clases?

3. Hacia una emancipación cultural

Vivimos unos de los momentos de mayor contradicción social y política en el país. Y la formación es la vía para superar todos estos problemas. Educación cuyos principios sean la creatividad, la innovación, la disciplina, la tenacidad, el trabajo, la honradez, el servicio, la productividad, la calidad, y el respeto. Si bien es cierto, hay que preservar nuestras tradiciones, esto no implica tener camisa de fuerza. En esto tenemos una desventaja, mientras se resuelve esto, el marketing político usa la tradición, la nostalgia y la añoranza para hacer adaptaciones en la educación y hacer reinvenciones de la lógica del capital para que subsista en el tiempo.

En las últimas acciones vandálicas y terroristas realizadas en distintas ciudades de Venezuela, hemos observado gran cantidad de jóvenes. Algunos pagados y otros no. Lo importante es destacar su pasmosa y fría decisión de delinquir. La mayoría de ellos ya están (pre)programados políticamente para esto. ¿Por las juventudes de los partidos opositores? Pues no. No les hace falta. El trabajo se hace en las escuelas y colegios, en las redes sociales y videojuegos, en las películas y comiquitas. Estos jóvenes no saben qué es capitalismo o socialismo, no saben qué es derecha o izquierda. Sólo saben que deben ir contra todo lo que no esté de moda, contra quienes promuevan acciones a favor de “ridiculeces” como la igualdad, la equidad, la justicia social.

No se trata sólo del odio inyectado en la psique, sino en los mecanismos de control ejercidos para no dejar que piensen. Y si lo hacen, que lo hagan con unos parámetros establecidos. No es casualidad que el mayor consumo cultural en el mundo se da en Latinoamérica, y Venezuela sea uno de los principales consumidores. En el proceso dialéctico de socialización primaria del individuo nuestra cultura nos predispone a ser consumidores culturales. En ese sentido, ya pre aceptamos todo lo que viene por moda. Y estar a la moda otorga distinción de clase. No tiene el mismo estatus el profesional con un teléfono inteligente –si es iphone mejor-, que un profesional con una “tarita” de teléfono. Por eso, es fácil para la oposición llegar a los jóvenes pues manejan y dominan los referentes culturales.

Es difícil ser un profesional chavista “inteligente”. La oposición ha creado en ellos mismos una marca para comprar y consumir. Pero esta marca no tiene sentido sino tiene con quien competir (principio de identidad: Yo soy una persona porque puedo diferenciarme de otra). Por ende, la canalla mediática –el marketing político a través de la comunicación política- al Chavismo lo han convertido en el nombre de una marca de producto malo, de baja calidad, barato y popular, que los profesionales, inteligentes y ricos no consumen.

 La marca radica en una imagen construida durante tiempo, basada en anhelos y aspiraciones, las cuales se van creando a partir de las experiencias y enseñanzas de vida. Es decir, la formación profesional es una de ellas. Un profesional exitoso es aquel que en poco tiempo puede obtener bienes materiales con características específicas de clase social y cambios en el consumo de alimentos y bebidas. ¿Qué pasa si un ingeniero, un médico o un general de división vive en un barrio y le gusta beber anís? Como ven, la primera lucha a ganar es contra nuestra propia forma de pensar.

FRANK BAYOLA

bayolita@gmail.com

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