¡Terremoto cuatricentenario!

"Este fenómeno natural de 1967 reveló a gran escala la irresponsabilidad de las autoridades encargadas de velar por la calidad de las construcciones"
Internet

Publicado: 29/07/2020 11:52 AM

Este suceso ocurrió en medio de la algarabía amarillista de los medios de comunicación, bombos, platillos y reinas de belleza coronadas por la celebración de los 400 años de la fundación de Caracas, por no decir cuatro siglos del genocidio que los fundadores perpetraron contra sus habitantes naturales.

Los hechos fundacionales fueron un festín de sangre y empalamientos. Esto era la fiesta de una ciudad que avanzó desordenadamente hacia el Este por el impulso urbanístico petrolero, pasando por alto el sistema de  fallas sísmicas de Humboldt y San Sebastián, madres de  los violentos terremotos de 1641, 1766, 1812 y 1900. El más destructivo ocurrió el 26 de marzo de 1812, dio fin a la naciente Primera República y solo en Caracas hubo más de 20.000 muertos.

Sin entrar a explicar ad initio la data del evento, este fenómeno natural de 1967 reveló a gran escala la  irresponsabilidad de las autoridades encargadas de velar por la calidad de las construcciones en los inestables suelos de un valle cuyos antecedentes sísmicos son bien conocidos por las ingenierías municipales encargadas de otorgar los permisos de construcción. Desde enero hasta julio de ese año el Observatorio Cajigal recibió más de 2.000 llamadas telefónicas alertando sobre los recurrentes temblores que sacudían a la ciudad.

La impericia, negligencia e inobservancia en el cumplimiento de las leyes y reglamentos que rigen las normas de construcción antisísmica fueron las principales causas de los muertos de esta trágica noche cuatricentenaria. La burocracia de entonces no constató los estudios del subsuelo, no efectuaron inspecciones in situ para verificar la calidad de los materiales de construcción, ni se subsanaron los supuestos de hechos administrativos para dar la habitabilidad de los edificios que se cayeron como castillos de naipes, con un  saldo fatal de decenas de  familias que quedaron atrapadas en sus apartamentos, como emparedados,  aplastados bajo el peso de las placas de los pisos superiores.

Los edificios que colapsaron eran prácticamente nuevos, estructuras recientemente construidas que en fracciones de minuto quedaron reducidas a escombros. Las fotos no mienten, la data histórica es fidedigna, los registros están ahí. Las bases de los edificios no eran antisísmicas, el número de cabillas por columnas era deficitario, las mezclas para vaciar concreto tenían más arena que cemento. Algunos edificios tenían más pisos de lo permitido en la altura para zonas sísmicas.

A todo esto  se le echó tierra, nunca se investigó, el gobierno corrupto y asesino de Raúl Leoni se salió con la suya y los sobrevivientes de las más de 350 víctimas fueron a llorar al valle la ausencia de sus seres desaparecidos. La impunidad puso su candado de muerte y silencio para trancar la puerta de la justicia. Varios burócratas, arquitectos e ingenieros implicados en este delito, que tuvo un alto costo en pérdida de vidas humanas, desaparecieron huyendo de sus responsabilidades éticas, profesionales y administrativas.

Un ejemplo que si salió a la luz pública fueron las endebles columnas y  paredes de los últimos cuatro pisos de Mansión Charaima – urb.Tanaguarena en Caraballeda. Columnas muy delgadas y tabiquería de fachadas hechas de materiales de construcción inadecuados, playwood o cartón piedra, toda una estafa inmobiliaria. El gran tanque de almacenamiento de agua erróneamente construido sobre la azotea del edificio salió  disparado a la calle.

 El Mijagual se lo tragó la tierra, el pent house quedó al ras del pavimento de  la 4ta. Avenida de Los Palos Grandes. Estaba recién construido. Aparte de las familias residentes también  los asistentes a una fiesta de graduación ingresaron a las estadísticas.

En el lindero entre Altamira y Los Palos Grandes, a la altura de la Plaza Francia, hoy Miga´s, se cayeron tres edificios: Neverí, Palace Corvin y San José. Las calles quedaron envueltas en una nube de polvillo, pedazos de mármol y lozas  caían de edificios tambaleantes, los tanques de agua se agrietaron y corrió el agua por las aceras, la gente caminaba blanqueada como si una nube de cal les hubiera caído del cielo  y solo  la chispa de los ojos parpadeaban dando intermitentes señales de asombro.

En la percepción real del terremoto fue un sacudón de 35 segundos que parecieron una eternidad de magnitud 6,5 en la escala de Richter, estuvo acompañado de un intenso sonido subterráneo, como de un trueno prolongado salido del subsuelo con vibraciones estremecedoras que hacían temblar los vidrios de los ventanales hasta quebrarse. El pavimento de las calles y áreas verdes parecían ondularse y  las copas y ramaje de los arboles chocaban entre sí. Un centellazo acompañado de una nube color cobre se disparó por encima del Ávila a la altura de Los Palos Grandes. Eso sucedió a las 8:05 pm. del 29 de julio de 1967.

Hubo más de 330 muertos, 3.000 heridos, 40 edificios quedaron inservibles, 180 con daños severos, miles de viviendas populares dañadas, en La Pastora más de 100 casas se desplomaron quedando los ladrillos tejas y cornisas esparcidos por las calles.

Nosotros somos la cara norte de Sur América, nuestra placa continental esta en permanente fricción con la placa del Caribe. Ambas ejercen presión y comprimen enorme tensión que eventualmente dispara violentas sacudidas. Caracas descansa sobre terrenos geológicamente jóvenes, enclavada  en terrenos arenosos y por lo tanto se pronostican ciclos sísmicos entre 70 y 80 años entre uno y otro. El próximo de gran magnitud podría eventualmente ocurrir entre 2030 y 2040. De manera que estamos en el rango de una década de cercanía. Pero bien valen las alertas tempranas no hay que confiarse y dejar la prevención para mañana.

El diámetro de la tierra es de 12.742 km. La corteza terrestre es apenas una cascara de 40 kilómetros de espesor divida en 9 grandes placas tectónicas (la más activa es el cinturón de fuego del pacifico). Las placas tectónicas que están en el fondo del mar hacen continua presión unas contra con otras, generan tensión por compresión y la acumulación de fuerzas contrarias se liberan como un disparo a la corteza terrestre desprendiendo grandes cantidades de energía cuya intensidad puede ser calculada como el equivalente a megatones de una bomba atómica. Nuestro reloj de la vida, esta esfera que baila en torno al sol es un ser viviente que nos avisa con tiempo lo que puede ocurrir y debemos prevenir.  

Hace hoy 53 años del último terremoto de Caracas y en ese entonces también bajo las alfombras de la ciudad se escondian la más brutal de las represiones contra los movimientos de izquierda. Los cuerpos de seguridad del Estado practicaban por órdenes de Miraflores asesinatos, desapariciones y fuerza policial desbordada contra las manifestaciones populares. Los Teatros de Operaciones eran centros de tortura para eliminar insurgentes y especialmente dirigidos a eliminar exterminar líderes campesinos y causar pánico en las comunidades rurales que colaboraban con los revolucionarios.

Así que a las 8:05 de esa noche cuando la alta burguesía capitalina observaba hipnotizada por la televisión, en blanco y negro, el certamen internacional de misses que coronaba a una sifrina criolla (Mariela Pérez Branger) como primera finalista, nuestra madre tierra (Pachamama) nos recordó sobre que terrenos tan frágiles esta construida la  capital de Venezuela.

 

[email protected]



 

 

 

 

 

Comparte esta noticia: